domingo, 27 de marzo de 2011

LA PSICOLOGÍA DEL ARTE

BY ALANPOW REVOLUTION STORIES  ARS

Un muchacho con una tarea por cumplir, consigue el libro que hace una especial referencia a su objeto de estudio: “La psicología del arte”. Dispuesto a estudiar, pronto divisa un lugar para estudiar frente a una muchacha desconocida, y él se sienta frente a ella sin pensarlo.
Mientras pasa las hojas del libro no puede deja de distraerse, volteando a ver a la chica. Intranquilo por la obviedad, decide improvisar el momento, para no parecer un perseguidor. Entonces se da el lujo de observarla detenidamente, para encontrar algo de que hablar. Ella lo mira intranquila. Él hace un comentario espontaneo, nervioso, torpe, y sobre todo superficial.

-¡Bonitos aretes!- Y continuo, sintiendo esa obligación. –Esos aretes parecen finos, casuales, le van bien a tu cara y color de piel. ¡Tienes buen gusto!. Me atrajeron porque tengo una hermana que tiene un estilo similar al tuyo, si encontrara unos iguales se los compraría.

Ella lo miro y dijo modestamente, -Gracias son mis favoritos. – Este era un chico callado usualmente y no quería dejar pasar la oportunidad de conocerla. No aparto sus ojos de ella y continuo…  -Estaba leyendo sobre la percepción artística; un artista es un ser muy sensible frente a la naturaleza y su estética, pocos son los que tienen esa manera de ver al mundo. Pero no me he podido concentrar del todo, - Continua comentando- Y por eso te culpo o al menos a tus aretes. –Parece intentar ser gracioso, pero no sabe en qué momento callarse. –Y por eso no he podido continuar concentrado.

Pero ya que me distraje, me gustaría compartirte un fragmento de lo que estoy leyendo. –Ella no supo que decir, solo quería continuar con lo suyo, además desconocía sus intenciones. -Él sin esperar respuesta, ni pensar si a ella le agradaba la idea, comenzó a leer el fragmento:

“Quién no posó fijamente su mirada sobre el contorno encendido de un leño en el hogar, o sobre el juego de oro y verde follaje frente al cielo; con la idea, no de gozar y contemplar, sino conocer. Este, posiblemente, es un espíritu delicado, sensible, amigo de la belleza, pero no un artista”.

 Pronto él hizo una reflexión a la lectura. – Si fuera un artista, apreciando la belleza de tus aretes que posan bajo tu oreja y tuviera un poco de plastilina, plasmaría en ella la impresión que me deja; si supiera al menos dibujar, lo haría con una exaltación plena. – continúa diciendo sin saber cuándo callar. – Si fuera escritor, lo describiría con lujo de detalle, si fuera un poeta, describiría la sensación que me provoca, en un verso que rodee este acontecimiento jugando con las palabras, perdiéndome eternamente en la contemplación –¡Puffffffffffff!—Suspira. Pero no sé hacer nada de eso, me conformo con ser un espectador.-

Ella se sintió confundida y alagada; pero ella no sabía si él la estaba ligando o estaba desahogando sus frustraciones. –Luego el muchacho termino diciendo. – Si fuera como un gato, cuya vida arriesga ante su indomable curiosidad, te preguntaría: Cuál es tu nombre?...

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